Vitamina D3 + K2 Sensaido

La deficiencia de vitamina D3 o K2 puede causar diversos síntomas, como debilidad muscular, dolor óseo, fatiga, depresión, infecciones frecuentes, sangrado excesivo, moretones o problemas dentales. Estos síntomas pueden ser sutiles o graves, dependiendo del grado de deficiencia. Para detectar una deficiencia de vitamina D3 o K2 se puede realizar un análisis de sangre que mida los niveles de estas vitaminas

Los alimentos más ricos en vitamina D3 son el pescado azul (salmón, atún, sardinas, caballa), el huevo (sobre todo la yema) y el aceite de hígado de bacalao. Los alimentos más ricos en vitamina K2 son el queso (especialmente el brie, el gouda y el edam), el yogur o el natto (soja fermentada). También se puede obtener vitamina D3 mediante la exposición solar y vitamina K2 mediante la producción bacteriana intestinal.

El cuerpo produce vitamina D3 cuando la piel se expone a los rayos ultravioleta del sol. La radiación solar activa una molécula llamada 7-dehidrocolesterol que se encuentra en las capas superficiales de la piel. Esta molécula se transforma en colecalciferol o vitamina D3, que pasa a la sangre y se transporta al hígado y al riñón. Allí se convierte en su forma activa, el calcitriol, que actúa como una hormona regulando el metabolismo del calcio y el fósforo.

El organismo absorbe la vitamina D3 a través del intestino delgado cuando se consume en forma de alimentos o suplementos. La absorción depende de varios factores, como la presencia de grasas en la dieta, la edad, el estado de salud o el uso de medicamentos. La vitamina D3 se une a unas proteínas transportadoras que la llevan al hígado y al riñón. Allí se convierte en su forma activa, el calcitriol, que actúa como una hormona regulando el metabolismo del calcio y el fósforo.

La vitamina K2 se produce de forma natural por ciertas bacterias en el intestino, a partir de la fermentación de alimentos. Sin embargo, esta producción interna suele ser limitada y no siempre suficiente para cubrir las necesidades del organismo. Por eso, es importante obtenerla también a través de la dieta o suplementos. Alimentos como el natto, quesos curados y yemas de huevo son fuentes ricas en K2.

La vitamina K2 se absorbe en el intestino delgado junto a las grasas, por eso se recomienda tomarla con alimentos que contengan lípidos saludables. Una correcta absorción depende también de una buena salud digestiva y del equilibrio de la microbiota intestinal. Las formulaciones liposomadas o combinadas con aceite mejoran su biodisponibilidad y eficacia.

El suplemento alimenticio no se ha probado en embarazadas ni en madres lactantes, por lo que desaconsejamos su uso de manera preventiva y recomendamos que consultes primero con tu ginecólogo o pediatra.